Page 6 - Carnepress Agosto 2024
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Sección del Consejo Mexicano de la Carne
circulatorio, seguido de un rápido crecimiento en peso y talla,
además se inicia el desarrollo de las primeras habilidades cognitivas,
el lenguaje y la motricidad en función del aporte nutricional de la
leche materna y la posterior alimentación complementaria a partir
de los seis meses (Kaufer-Horwitz y cols., 2023). Es necesario señalar la
necesidad de incorporar proteínas de origen animal, especialmente
carne roja y huevo, como parte de la alimentación complementaria a
partir de los 6 o 7 meses de edad ya que proveen de proteína de
buena calidad, además de otros micronutrientes como hierro, zinc y
colina, vitaminas B y otros nutrientes en los niveles que garantizan un
adecuado desarrollo cerebral durante los primeros años de vida. En
esta etapa no es recomendable una alimentación basada en cereales
(arroz, trigo, maíz y tubérculos) ya que suele ser baja en proteínas y
otros micronutrientes, y además puede contener fitatos y fibras que
reducen la biodisponibilidad del hierro, calcio y zinc afectando el
desarrollo cognitivo (Wilk y cols., 2022).
A lo largo de la niñez temprana e intermedia aumenta la demanda de
nutrientes derivado principalmente por el constante crecimiento
físico y cognitivo; en tanto que en la adolescencia se presenta el
desarrollo de los caracteres sexuales secundarios y se alcanza la talla
adulta, además se alcanza gradualmente la madurez biológica,
cognitiva, psicológica y social. En estas etapas, las deficiencias de
energía, proteínas y ciertos micronutrientes (zinc, vitamina B12, hierro
y yodo) pueden provocar efectos irreversibles en el desarrollo
neurocognitivo de los niños, generando problemas de atención,
percepción, motivación, control motor y reducción de la capacidad
de respuesta. Además, los niños desnutridos tienen más
probabilidades de mantener una función cognitiva deficiente a
medida que maduran, lo que repercute negativamente en el logro
educativo, los ingresos, la salud física y mental y la calidad de vida en
la edad adulta y vejez (An y cols., 2019).
La edad adulta se caracteriza por la consolidación del desarrollo
físico, cognitivo y social. Sin embargo, a medida que el cuerpo
envejece, se presentan múltiples cambios funcionales y
morfológicos que alteran los procesos de digestión-absorción de
nutrimentos, generando un desequilibrio del gasto energético con la
consecuente reducción de la masa muscular y deficiente
mineralización de huesos. Aunado en muchas ocasiones a la
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