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proliferación de neuronas a partir de la sexta semana, seguida de la
migración y la diferenciación neuronal. La diferenciación neuronal
incluye la formación de dendritas y axones, la producción de
neurotransmisores, el desarrollo de sinapsis y de los sistemas de
señalización, estos cambios ocurren desde el final del embarazo
hasta los primeros meses después del nacimiento. La formación de
sinapsis continúa durante toda la vida, mientras que la producción de
varios neurotransmisores comienza prenatalmente y alcanza niveles
maduros alrededor de los tres años. En paralelo, la producción de
células gliales comienza durante el segundo trimestre de gestación;
estas células forman una membrana o vaina de mielina alrededor de
los axones, cuya función es facilitar la comunicación entre las
neuronas. La mielinización se presenta durante el segundo trimestre
de gestación y el primer año de vida, pero continúa a lo largo de la
vida, aunque disminuye gradualmente en la edad adulta y se detiene
cerca de los 40 años. Por otra parte, la estructura cortical transitoria es
reemplazada gradualmente por la placa cortical, entre los tres o
cuatro meses de edad, generando un cambio en el comportamiento
motor, que permite la realización de movimientos más dirigidos a
hacia un objetivo. El hipocampo, responsable del reconocimiento
facial y la memoria espacial, se desarrolla desde las 32 semanas de
gestación hasta al menos los 18 meses de edad. La corteza prefrontal,
responsable de tareas de procesamiento complejas como la
atención y la multitarea, inicia su desarrollo durante los primeros 6
meses y continua hasta la tercera década de vida. Finalmente, la
madurez en el funcionamiento del cerebro se alcanza entre el inicio
de la pubertad y la edad adulta temprana (Hadders-Algra, 2010;
Cohen Kadosh y cols, 2021).
Como se mencionó, el desarrollo estructural y cognitivo del cerebro
ocurre antes de los tres años, por lo que cualquier afectación en esta
etapa puede traer consecuencias negativas a largo plazo en términos
de educación, potencial laboral y salud mental. En particular, la
buena alimentación desde la gestación hasta los tres primeros años
de vida es crucial para garantizar el buen desarrollo cerebral y la
maduración de los sistemas nervioso, cognitivo, psicológico y
músculo-esquelético del ser humano. Una alimentación deficiente
en este periodo generará un deterioro cognitivo irreversible. El recién
nacido en los primeros meses de vida experimenta grandes cambios
fisiológicos, desde la adaptación del aparato respiratorio y
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